Entre el 10 de noviembre y el 14 de diciembre de 2025, Michoacán vivió una serie de operativos que marcaron un punto crítico en la lucha contra la violencia. En poco más de un mes, las autoridades arrestaron a 213 personas, aseguraron 83 armas de fuego y decomisaron más de 8 mil cartuchos. La fotografía de este esfuerzo incluye también la recuperación de 185 vehículos y cerca de 144 artefactos explosivos, cifras que muestran la magnitud del desafío que enfrenta la región tras el aumento sostenido de enfrentamientos violentos.
La escalada del conflicto y las respuestas inmediatas
En un operativo paralelo, otras 28 personas fueron detenidas, elevando el total a más de 240 arrestos desde que la violencia se intensificó tras el asesinato del alcalde de Uruapan. Esta cifra refleja no solo la gravedad de los enfrentamientos entre grupos delincuenciales, sino la persistencia de las autoridades por cerrar filas y limitar las actividades criminales. La vigilancia se mantiene activa y los esfuerzos para desarticular las células involucradas no cesan.
Medidas para cortar la influencia criminal desde las prisiones
Pero la estrategia no se limita a las calles. En simultáneo, 25 reos considerados líderes con alto poder de corrupción fueron trasladados a penales federales. La meta es clara: frenar la capacidad de operar que algunos criminales tienen desde el interior del sistema penitenciario local. La movilidad de estos internos busca desarticular redes que fortalecen la violencia incluso tras las rejas.
Una explosión que mantuvo en vilo a la región
El clima en Michoacán también se tensó con la explosión de una camioneta en Coahuayana. El incidente, presumido como un ataque contra la policía comunitaria, dejó registro de seis detenidos que fueron capturados cerca de los límites con Colima. Las investigaciones permanecen abiertas, intentando esclarecer quiénes fueron los autores materiales detrás del acto y así evitar más episodios de esta naturaleza.
El Plan Michoacán, un despliegue para restablecer la paz
Estas acciones forman parte del Plan Michoacán, una estrategia que ha reforzado la seguridad estatal en respuesta a la creciente violencia. El desafío es enorme: contener el avance de los grupos criminales que golpean a diversas comunidades y devolverles un espacio donde la tranquilidad pueda recuperarse. A cada detención y aseguramiento, se busca debilitar esas redes que tanto daño han causado.
