En medio de un ambiente político tenso, la discusión sobre el presupuesto para 2026 en la Ciudad de México ha despertado inquietudes que llegan más allá de los números y las partidas asignadas. La diputada Laura Álvarez se ha convertido en una voz insistente, señalando que las decisiones tomadas podrían tener un impacto directo y palpable en la vida cotidiana de miles de habitantes, sobre todo en el área de salud.
Alertas en hospitales y centros comunitarios
Para Álvarez, las imágenes de insumos escasos en centros de salud y hospitales no son solo cifras o estadísticas frías, sino síntomas concretos de un sistema que comienza a fallar. Pacientes que necesitan tratamientos específicos, como los relativos al cáncer, podrían ver comprometida su atención si no se destinan fondos adecuados. La diputada insiste en que se garantice un presupuesto que vaya más allá de la intención, que realmente asegure equipo, medicamentos y personal.
Debates y divisiones en el Congreso local
La aprobación del presupuesto no fue unánime. El oficialismo logró la media sanción, suficiente para avanzar, pero esa victoria ha evidenciado profundas diferencias. El Partido Acción Nacional (PAN) y otros bloques manifestaron su disconformidad. En sus críticas, cuestionaron la orientación del proyecto, percibiendo una estrategia que prioriza conservar cuotas de poder político antes que resolver las necesidades sociales emergentes.
Recursos a quienes trabajan, no a estructuras
Un argumento recurrente en la voz de Laura Álvarez es que el presupuesto no debe perderse en la burocracia. Considera fundamental que los recursos se canalicen hacia los trabajadores y, por supuesto, hacia la población que requiere atención, evitando que queden atrapados en las capas administrativas estatales. Este reclamo refleja una preocupación compartida en diversos sectores: la transparencia y eficiencia del gasto público.
Un contexto financiero complejo
Esta crisis de recursos ocurre mientras la reforma tributaria está paralizada, generando un vacío financiero preocupante para la Ciudad de México. De no resolverse, podría agravar el escenario para el próximo año y limitar la capacidad de la capital para cumplir sus obligaciones básicas, sobre todo en sectores sensibles como la salud pública.
El debate continúa abierto, pero lo que queda claro es que la definición de este presupuesto marcará el ritmo y la calidad de la atención pública en la ciudad más grande del país a lo largo de 2026.
