Durante años, la clase media en México fue presentada como un sector en retroceso, presionado por la desigualdad y la fragilidad económica. Sin embargo, los datos más recientes obligan a replantear esa narrativa. Entre 2018 y 2024, este grupo social dejó de ser minoritario y pasó a convertirse en el más numeroso del país, de acuerdo con cifras del Banco Mundial. El cambio no es menor: más de 12 millones de personas lograron incorporarse a este segmento, modificando el mapa social nacional.
El crecimiento, que llevó a la clase media del 27.2% al 39.6% de la población, coincide con una reducción relevante de la pobreza, que hoy se sitúa en torno al 21.7%. En el contexto latinoamericano, se trata de una transición poco común por su magnitud y velocidad. Para algunos analistas, este fenómeno responde directamente al impacto de las políticas sociales aplicadas en los últimos años; para otros, aún es pronto para hablar de un cambio estructural consolidado.
Política social, resultados y preguntas abiertas
Es innegable que las decisiones públicas inciden de forma directa en estas cifras. Programas de transferencias, incrementos al salario mínimo y una mayor cobertura social han sido señalados como factores clave en esta transformación. Desde esta perspectiva, el avance de la clase media representa una señal de estabilidad y un posible ancla para el crecimiento futuro.
Sin embargo, el debate no se agota en los números. La pregunta central es si este ascenso será sostenible. La clase media, por definición, es también la más vulnerable a los ciclos económicos adversos: una desaceleración prolongada o un ajuste en el gasto social podría revertir parte de lo ganado en pocos años.
El nuevo protagonismo social y sus retos
Una clase media más amplia implica mayores niveles de consumo, participación económica y exigencia institucional. También demanda mejores servicios públicos, empleos más estables y oportunidades de movilidad real. Si estas condiciones no acompañan el crecimiento del segmento, el riesgo es que la expansión se convierta en un episodio temporal y no en una transformación duradera.
Más allá de lecturas optimistas o críticas, lo cierto es que México atraviesa un momento de redefinición social. La ampliación de la clase media es un dato contundente, pero su consolidación dependerá de decisiones futuras. El debate no es si ocurrió el cambio, sino si el país será capaz de sostenerlo sin que millones vuelvan a quedar al borde de la vulnerabilidad.
