En las cuentas oficiales y en la vida cotidiana se siente un mismo latido: la economía mexicana se ha desacelerado notablemente, una realidad que no solo refleja cifras sino impactos reales en millones de personas. Para 2025, el país enfrenta un escenario económico complejo, donde el crecimiento queda rezagado frente al promedio de América Latina y el Caribe.
Una economía que crece, pero a paso lento
Durante dos años consecutivos, México mostró un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que apenas ronda entre el 0.3% y 0.4%, muy por debajo del aumento regional promedio de aproximadamente 2.4% señalado por la CEPAL. Este ritmo modesto no es solo un dato: habla de una inversión que se mantiene estancada y de mercados laborales tensionados, donde las oportunidades parecen más limitadas y el empleo formal no logra expandirse con fuerza.
Reformas con rostro social en un entorno de incertidumbre
Mientras la economía camina con paso vacilante, el gobierno ha dado pasos en materia de legislación laboral, con leyes como la Ley Silla y regulaciones para el trabajo en plataformas digitales. Estas reformas buscan mejorar las condiciones de quienes enfrentan los mayores desafíos: los trabajadores informales y los sectores vulnerables. A la par, un programa de bienestar intenta apuntalar la justicia social y avanzar hacia un Estado más incluyente, un ambicioso propósito que contrasta con los profundos retos estructurales que persisten en el país.
Advertencias de un futuro incierto
Entre especialistas, la conclusión es clara: sin una estrategia integral que enfrente los problemas de fondo —especialmente la formalización del empleo y una reforma profunda del Estado social—, el estancamiento económico es difícil de revertir. El debate político del año cerró con interrogantes sobre la dirección que debe tomar el país y los límites del poder estatal, factores que complican aún más la agenda de reformas que se espera desplegar en 2026.
Un país en transición, entre esperanzas y retos
México se encuentra en un punto de inflexión, donde las esperanzas de cambio y mejora se cruzan con la preocupación persistente por una economía que no despega. La demanda social por más oportunidades laborales y seguridad sigue siendo alta, reflejando la urgencia de una respuesta que logre romper el ciclo de lento crecimiento y desigualdad. La mirada hacia 2025, entonces, es la de un país que busca reencontrar su ritmo en medio de un contexto económico y político cargado de desafíos.
