En un movimiento que anuncia cambios decisivos en la relación comercial entre México y Asia, la Cámara de Diputados aprobó un paquete de aranceles de hasta 50% sobre ciertas importaciones provenientes de países como China, Indonesia y Vietnam. Este ajuste surge ante la necesidad de contrarrestar el fuerte flujo de productos asiáticos que ingresan al mercado mexicano, cuyo valor total alcanza varios miles de millones de dólares en lo que va del año.
La respuesta mexicana frente al desequilibrio comercial
El paso ahora está en manos del Senado, que debe dar la aprobación definitiva para que estas nuevas tarifas entren en vigor a partir del 1 de enero de 2026. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha sido claro en definir el propósito detrás de esta medida: no se trata de cerrar puentes ni perjudicar a un país en específico, sino de corregir prácticas comerciales consideradas como desleales. Esta rectificación busca nivelar la cancha para la industria nacional y generar un ambiente más justo para los productores mexicanos.
Impacto económico y laboral
El gobierno federal calcula que esta política podría sumar una recaudación extra cercana a los 70 mil millones de pesos. Además, el plan tiene como objetivo proteger unos 350 mil empleos ligados a sectores productivos locales que se ven amenazados por las importaciones de bajo costo. Más allá de la protección comercial, esta medida refuerza la estrategia del país de mantener estrechos vínculos con Estados Unidos, su principal socio comercial, en un momento en que la dinámica global con Asia comienza a reconfigurarse.
Un ‘muro arancelario’ para salvaguardar la industria nacional
A pesar de las críticas que ha generado esta política por parte de algunos sectores económicos y empresariales, las autoridades han sostenido que el llamado “muro arancelario” es indispensable para preservar la competitividad interna. Buscan evitar que la industria local sufra daños provocados por ingresos masivos de productos con precios artificialmente bajos. Se insiste en que la intención no es perjudicar al consumidor mexicano, sino lograr un equilibrio más transparente y justo en las relaciones comerciales internacionales.
El escenario por delante
Mientras el Senado analiza la propuesta, el país se prepara para una transición que podría redefinir la integración comercial en medio de una guerra económica global más fragmentada. La medida muestra un México dispuesto a defender sus intereses productivos sin perder de vista su papel clave en la cadena de valor ligada a su vecino del norte y a uno de los mercados con mayor influencia en el mundo.
