La política mexicana arrancó la mañana con una noticia que tomó por sorpresa a varios sectores. Alejandro Gertz Manero, fiscal general y una figura con larga presencia en el gabinete, decidió dejar el cargo a sus 86 años. Su periodo se extendía hasta 2028, pero prefirió retirarse antes de tiempo.
En los meses recientes se acumularon tensiones con Palacio Nacional y también con el Senado. El ambiente ya no era cómodo para el fiscal y existía la posibilidad de que su permanencia se revisara. A esto se añadieron filtraciones de expedientes sensibles que terminaron por complicar su posición. No hay una confirmación oficial sobre ese punto, pero sí marcó el tono con el que se movió su salida.
La versión institucional
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, habló del tema y señaló que la renuncia fue un acuerdo entre ambas partes. Desde su lectura, se trató del cierre de un ciclo dentro de la Fiscalía, sin mayores tensiones. La interpretación contrasta con lo comentado en espacios políticos, donde se percibía una relación desgastada.
Un giro inesperado
Tras aceptar la renuncia, el Senado avanzó de inmediato con su nombramiento como embajador de México en Alemania. El cambio de rumbo llamó la atención, sobre todo por el papel que Gertz Manero tuvo en discusiones públicas durante los últimos años.
Su salida mueve de nuevo el escenario político y deja sin respuesta, por ahora, cómo quedará la Fiscalía en esta transición.
Dato útil: la gestión de Gertz Manero sumó apoyos y cuestionamientos en distintos momentos. Su paso al servicio diplomático abre un capítulo distinto dentro de una trayectoria que ha permanecido en el centro del debate público.
